domingo, 17 de junio de 2018

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Getting through it together.
Me enamoré. Me enamoré de él, de su sonrisa, porque no me importara que pasara en el mundo si él estaba sonriendo. 

Y me enamoré de su boca, de cada palabra. Me gusta incluso cuando se enoja y me da la espalda mientras deseo ir detrás de él para abrazarlo y no soltarlo
Me enamoré y no me cuesta decirlo, porque me enamoré de sus ojos, siempre vas a ser mi pequeño niño. Me enamoré de sus ataques de éxtasis, de cuando cantaba porque estaba feliz. De cuando me cogía fuerte porque me decía que tenía miedo de perderme. Cuando me apretaba porque solo yo sabía que era entonces cuando tenía que quererlo más que nunca. Me enamoré de lo inteligente que era y de lo tonto que se ponía a veces. De cuando me acariciaba porque era así como él disfrazaba sus actos bonitos. De sus abrazos. De eso me enamoré, de lo bueno y de lo malo. De sus ganas de estar conmigo.

Me gustaba cuando rodeaba mi cuello con sus manos y jugaba a estar dos centímetros de mi boca sin besarme, solo para ver quien aguantaba más sin hacerlo. De sus prisas, de sus ganas de tenerlo todo siempre controlado, y de la voz que ponía cuando le desmontaba todos sus planes, como si de repente volviese a tener cinco años. Me enamoré de como era, de como había lo mismo que todo el mundo y a la vez conseguía ser diferente, no sé. Su forma de quererme. Lo quería, con sus más y con sus menos. Con sus idas y venidas, con su mal humor, con su facilidad intermitente de sus mensajes en los que me decía que me echaba de menos. De todas las conversaciones